lunes, 12 de mayo de 2014

Ángel Reiyel 28 de junio.

Atributo: Dios  que  socorre.
Planeta: Marte.
Coro Angélico: Potestades.
Sefiráh: Gueburá.
Horario de regencia: de   9:20   a  9:40 horas.
Se lo invoca para:
·       Librarnos de los enemigos internos.
·       Darnos inspiración en oraciones y discursos.
·       Tener claridad de expresión ante los adversarios.
·       Realzar lo sentimientos religiosos y la meditación.
Los nacidos bajo su regencia:
Aspecto evolucionado: se distinguirá por sus cualidades y por su celo en propagar la verdad y destruir los escritos falsos y calumniadores. Su conducta será ejemplar, amará la verdad, la paz, la justicia, la tradición, la libertad y el silencio. Seguirá las reglas divinas de acuerdo a su nivel de conciencia. Dirigirá asociaciones de caridad o místicas con su lema: de la no corrupción.
Su existencia en la tierra es de un nivel muy elevado y esto puede ser notado cuando sin saber por qué retoma el camino correcto del cual nunca se debería haber apartado. La recompensa por supuesto será una excelente renovación de   y liberación de lazos Kármicos. Su vida es una exaltación iluminada a través de su espíritu. Deberá tener   de no crearse sentimientos de culpa en relación a problemas   porque todos están pasando por una evolución que no tiene que ver con la pérdida sino con la renovación. Su   estará siempre limpia, ordenada, decorada con flores y aromatizadas con inciensos.
Cita bíblica:
Conspiran, se mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan   lo que hago.
Salmo 56:6

REIYEL: ‘DESHACIENDO UNA MALDICION’

Muchas personas no creen en los embrujamientos, en los encantamientos, en el mal de  , y una de estas personas era Reiyel, el Soberano de las tierras de Hesed, donde la abundancia florecía por doquier.
Pero lo que un   le sucedió, le hizo cambiar de parecer, y es que el mismo fue víctima de la magia negra de una malvada bruja…, pero veamos que le ocurrió al Soberano.
Era época de recogida de impuestos y los recaudadores ya habían visitado varias aldeas. Reiyel era justo y según muchos bondadoso, sin embargo, los últimos años habían sido duros, muy duros y se vio obligado a implantar una ley de impuestos.
No era mucha la cantidad exigida, pero no todos vieron con buenos   aquellas medidas y algunos de los aldeanos le criticaron.
Sin embargo, aquellas opiniones nunca preocuparon al Rey, ya que las recaudaciones no eran para su lucro personal, sino para administrarlas en todo el reino. Pero si le preocupaba la insubordinación y fue por ello que mando llamar a los causantes de aquella rebeldía.
Sus guardianes acompañaron a una   de presencia enigmática que no parecía afectada por las dificultades de los últimos años. Cuando llego hasta el lugar donde él se encontraba, le dijo:
-Buena mujer, ¿porque te niegas a pagar el impuesto si sabes que serán repartidos equitativamente entre todos? -pregunto amablemente el rey -.
-No creas que me engañas, eres un rey avaro y tratas de enriquecerte con nuestros esfuerzos -replico agresivamente la interrogada -.
-Te equivocas, mis arcas no se llenaran con los esfuerzos del pueblo. Mi única voluntad es administrar con justicia los escasos recursos existentes -le replico Reiyel -.
Entonces y de un modo inesperado aquella misteriosa mujer profirió una maldición en alta voz:
-¡qué la sangre que recorre tus venas se endurezca como las piedras si utilizas en beneficio propio un solo diezmo procedente de nuestros esfuerzos!
Y diciendo esto, todos quedaron tan asombrados que ni tan siquiera le impidieron marcharse.
Cuenta la leyenda que aquel año fue el peor de todos y que las arcas del rey agotaron sus fondos, por lo que se vio en la necesidad de gastar el dinero de las recaudaciones, y fue entonces cuando todos recordaron la maldición de aquella maliciosa bruja.
Reiyel quedo petrificado, aunque no muerto. Se encontraba sumido en un profundo trance, pero no podía manifestar la vida.
No sabían cómo ayudar a su rey, y cuando recurrieron a la bruja, nadie supo dar referencia de ella.
Pero esta historia no puede acabar mal, no os preocupéis, puesto que el pueblo viendo la desdicha de su rey y la pobreza que se apoderaba del reino, cedió voluntariamente sus humildes ingresos para salvarle, y no tan solo consiguieron hacerlo, sino que aquel acto de amor puso fin al maleficio de la bruja, y el rey Reiyel volvió a la verdadera vida de nuevo.

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