miércoles, 29 de enero de 2014

Ángel Lecabel 5 de febrero


Atributo: Dios  inspirador.

Planeta: Marte.

Coro Angélico: Potestades.

Sefiráh: Gueburá.

Horario de regencia: de  10  a  10:20  horas.

Se lo invoca para:

·        Resolver temas en la profesión.

·        Resolver problemas muy difíciles.

·        Tener revelaciones.

Los nacidos bajo su regencia:

Está dotado de mucho coraje para enfrentar los obstáculos más difíciles, pero deberá tener mucha cautela con el poder porque el abuso de este, puede ser terriblemente perjudicial. Tendrá protección natural y su fortuna se basará en sus talentos. Su YO superior programa en Su YO inferior, un don magnífico para estudiar y aplicar sus conocimientos sobre las fuerzas naturales para el bien de la comunidad. Apreciará los libros antiguos de historia y arqueología. Tendrá gran curiosidad por descubrir lo acontecido en otras encarnaciones, para responder sus dudas, entender su alma y su existencia. Su lema es cuerpo sano en mente sana y para conseguir este equilibrio podrá hacer dietas alimentarias y practicar reportes. Amará a la naturaleza y a los animales y cuidará con celo su preservación. Su casa podrá ser como un verdadero zoo. Sus principales características serán: estabilidad y gran riqueza interior, amando siempre la verdad y el orden.

Cita bíblica:

Soberano Señor, relataré tus obras poderosas,
y haré memoria de tu justicia,
de tu justicia solamente.

Salmo 71:16

LECABEL: ‘LA INDUSTRIA DE LOS LOGROS’


Ningún otro pueblo podía compararse al esplendor de Noum. En este rincón de la tierra parecían reunirse caprichosamente todas las riquezas posibles de imaginar, pero la razón de esta abundancia no era cosa del azar.

Noum contaba con la mayor industria jamás antes conocida, producían “logros”, si tal y como se lo digo. Créanlo.

La producción crecía cada día más y más. La eficiencia de esta industria estaba demostrada, con muy pocos obreros, pero con una tecnología muy avanzada, habían conseguido crear nada más y nada menos que “logros”.

De todos los lugares de la tierra se desplazaban hasta el pueblo de Noum buscando ese codiciado producto que habría de permitirles alcanzar todo cuanto se propusiesen. Por esa razón su riqueza no tenía comparación.

Pero al cabo del tiempo algo vino a cambiar el destino de Noum, pues de repente la vegetación que poblaba los bosques cercanos al pueblo, así como las cosechas de los campos vecinos comenzaron a secarse debido a un brote extraño de enfermedad que atacaba las raíces de las plantaciones.

Sin embargo, aquella tragedia parecía no preocupar a nadie, pues lo único que les importaba en aquellos momentos era acumular “logros y más logros”.

Cegados por esa codicia, no entendían lo que estaba pasando. Si no ponían remedio a la situación, pronto, muy pronto, los campos fértiles se convertirían en tierras desérticas.

Los ríos comenzaron a secarse y la escasez de agua fue lo que despertó el dormido interés por lo que estaba ocurriendo.

Pero cuando quisieron darse cuenta ya era demasiado tarde. Toda la comarca quedo devastada por la enfermedad que había azotado la vegetación.

Alguien dijo en voz alta:

-No os preocupéis, tenemos en nuestras manos la máquina de los “logros”, ella nos dará la solución para poner fin a esta situación.

Pero todo fue inútil. Los campos se resecaron aún más, y lo que todos habían admirado como la tierra de la riqueza, quedo en manos de la pobreza y de la desolación.

Cuando todo parecía perdido, cuando todos habían comprendido que su alocada ambición por conseguir logros, les había llevado a aquella destrucción, trono una trompeta en el cielo, desde donde partió una profunda voz:

-Atended habitantes de Noum, vuestra gula ha secado las aguas de los ríos, y podrido las raíces de las plantas. Sabed que he sido mandado por Elohim-Hesed para que lleve a vuestras almas turbadas un nuevo cantico de felicidad. Dejare en vuestras manos la semilla de la prosperidad, sembradla en la tierra y amadla con el mismo ardor como habéis amado vuestra ambición. No busquéis los logros sin esfuerzos. Trabajad la tierra y esperad que los frutos maduren a su tiempo.

Y así lo hicieron. El pueblo de Noum volvió a convertirse en un pueblo prospero, pero a partir de ese día, otros muchos pueblos compartirían su mismo secreto.

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